Y volví a jugar por los parques de mi infancia,
aquellos que no se ven por estar tan a la vista;
hice el esfuerzo de ignorar mi actual desdén,
de evitar los rincones más aislados de mi juventud
y mis pasos siguieron un itinerario sin rumbo
donde tuve la suerte de encontrar pocos cambios.
Y volví a maravillarme frente a aquellos árboles
que parecían helados de hierba
volví a rodear la inmensa y sucia
jaula de los pájaros;
seguí paseando, y a través de la verja
la enorme visera del teatro central
siempre a punto de caer en tus sueños;
me paré junto a la estatua de aquella enfermera
socorriendo a un soldado cubierto de moho
que siempre fuiste tú
y finalmente la cascada con los patos
donde siempre me sentí centinela
en algún punto de Asia.
miércoles, 14 de enero de 2009
martes, 13 de enero de 2009
Apunte 116.303.
¡Cuántos años sin gravedad! Las clepsidras no funcionan, los relojes de péndulo están parados, en los de cuerda fallan los muelles. Ibamos quitando las hojas del calendario al azar, pero hasta esto ya pertenece al pasado. Nos quedan como única orientación desayunos, comidas y cenas. ¿Qué haremos si cualquier indigestión anula este cálculo del tiempo?
Diarios de las estrellas. Viajes y memorias.
Stanislaw Lem.
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