lunes, 28 de diciembre de 2009



sacrifico mis noches

buscando,

oscilando entre palabras

que he masticado

durante el día





cuando todos duermen

sueño

un sueño

en el que me sé escuchado

arropado

querido


y sigo así jugando

a recibir palabras

de apoyo

de aliento

de cariño


hasta que

enfilo hacia la cama

ebrio de sentimiento

e incapaz de responder

a ninguna de esas palabras.

lunes, 9 de noviembre de 2009

hay gente que despierta


encontrándose


una pared blanca y vacía



















y hay gente que despierta


con el oleaje


de sus sueños

jueves, 29 de octubre de 2009

bajando a por tabaco,
camino por las calles de
este pueblo desconocido.

en un callejón en el que
no hay farolas
los televisores
de los inmigrantes
marroquíes
y el olor de
la harira

me transportan
a otra vida
en Larache
donde allí
sí que soy
poeta

y vivo
la vida
que siempre
viví.

martes, 29 de septiembre de 2009

harto de verlo todo del mismo color


A veces sólo hay que dar un pequeño empujón
para que las cosas dejen de estar en su sitio.

lunes, 14 de septiembre de 2009

jueves, 10 de septiembre de 2009

extraño mundo

en el que organizaciones
de ultraderecha
llevan a juicio
a jueces
por intentar
desenterrar
el peor crimen
cometido
en este país.

sábado, 5 de septiembre de 2009

(más de cien palabras)

más de cien motivos:


tenemos spaghetti-westerns,

tenemos cerveza que se calienta,

tenemos ron y

tenemos hielo,

tenemos ventiladores baratos,

asignaturas que no me da la gana de estudiar,

tenemos despedidas de soltero

a la vuelta de la esquina,

tenemos vecinos que gritan a sus hijos,

tenemos nobel

que se fuman solos,

tenemos fotos de viajes,

y sobre todo

la charla con los amigos,

la arena todavía en los zapatos,

tenemos novelas de más de 300 páginas,

dulces borracheras de a uno,

tenemos risas

y también tenemos....

"la bien pagá" antes del desayuno



viernes, 28 de agosto de 2009

2.

Después de este intermedio continúo contando el viaje:
La llegada a Chiang Mai, la capital del norte, fantástica: dos songthaew que nos dejan en mitad de la nada para coger un autobús que tarda cuatro horas en llegar.
A esa altura del viaje nos hemos acostumbrados a las mascarillas.

El sitio recomendado por la Lonely, afortunadamente lleno.
No pensaba pasarme ni un segundo rodeado de niñatos de vuelta de todo.
Chiang Mai supone uno de los chascos más grandes del viaje:
asquerosos guiris sin camisetas, deseosos de probar la carne tailandesa.

Se suceden los bares para extranjeros.
Y nosotros nos esforzamos en desaparecer.
Alquilamos una moto y nos subimos a Doi Suthep;
un templo fantástico en lo alto de una montaña.
Budas dorados, destino de tours; me río mientras veo las performances
que familias rubias hacen delante de monjes:
repiten un par de gestos y un monje les pone un trozo de cuero a los hombresa manera de pulsera;
un ayudante, a su vez, les pone un trozo de cuerda a las mujeres.
Esto le encanta a Maria Jesús.

A la vuelta nos cruzamos con un elefante por la carretera.

Los días siguientes recorrimos la ciudad y descubro una de las mejores librerías de segunda mano que he visto en mi vida: tenían un apartado para literatura beat.

También merece la pena comentar la mayor atracción de Chiang Mai: su enorme mercadillo que se extiende por todo un barrio de la ciudad. Una especie de Portobello tailandés. Fantásticos los puestos de postres y de gusanos y cucarachas para comer.

Las mañanas las dedicamos no obstante a zampar English breakfasts; en una de estas nos encontramos a una de las pocas españolas que encontraremos en todo el viaje. Tras un preambulo, nos comenta que acaba de bajar de Doi Suthep, donde ha realizado un curso de meditación, con voto de silencio incluido, durante diez días. Los ojos de María Jesús se salen de sus órbitas.

Curiosa esta manera de meditación que consiste en evitar todo tipo de pensamiento y dejar la mente vacía. Cada vez más asco por los iluminados. Aunque la chica era simpática.

Siguiente estación: Sukhotai.

lunes, 17 de agosto de 2009

(nada más penoso...)

... que encontrar a un amigo de mi juventud
y verme forzado a cenar con él,
y maravillarme ante lo estúpido de su conversación,
y escarbar algún nexo de unión,
y verlo haciendo lo posible por no pagar
("tú tienes más dinero que yo")
y levantárseme el estómago al ver los modales
de su hijo pequeño,

y recordar que hace sólo cuatro días que me enterado
de la muerte de uno de esos colegas
a los que no hacía falta llamar por teléfono
ni quedar para cenar
que aparecía por las noches
y me daba caña
y me decía qué chungo eres,
y hacíamos proyectos
y nos decíamos
a ver si nos llamamos.


miércoles, 12 de agosto de 2009

real visceralismo en el sudeste asiático (1)

Una boda en Soria.
Un paseo por Piccadilly.
La llegada a Bangkok (recepción de caras enfundadas en mascarillas, nos hacen super conscientes de la gripe ¿asiática?, ¿aviar?, ¿o esa nueva que ha sido escondida tras unos dígitos de difícil transcripción?; da igual, solo me recuerdan a esos virus de novela vampírica o de peli de zombies)
La araña que se paseó por la pared de nuestra guest house de Chiang Rai mientras yo leía, y su paseo pareció emanar de mi mente insomne y enferma de jet lag. María Jesús aplastándola con su zapatilla.
El paseo en moto de 160 kilómetros donde nos quemamos con el sol, nos saludaron desde los campos de arroz y un hombre nos regaló una rama de lychees y de un aguardiente que no me atreví a probar.
En songthaew hasta Mae Salong, una francesa sorprendiéndose de mi inglés (oh, yeah!!!), la llegada a Mae Salong, cobijados bajo un portal, empezamos a descubrir los ojos chinos de la población, un niño no nos quita los ojos de encima, asombrado de nuestras caras.
La vuelta del colegio nos sorprende en una terraza, hago fotos donde queda recogido el arco iris de impermeables y sus rostros sorprendidos. La cerveza Chang ayuda a esperar que escampe.
Un paseo de cuatro horas a caballo por los bosques que rodean Mae Salong. La entrada a una aldea Akha, las gallinas y los niños servían de contraste a las antenas de televisión.
Fumamos, bebemos, reímos y nos damos masajes. Ha merecido la pena esperar un año para volver a Asia.

Siguiente estación: Chiang Mai.

martes, 11 de agosto de 2009


Emulando a McCurry voy buscando caras en mis viajes.
Algo que me aleje del ahora, algo que justifique mis desplazamientos.
Paseo, busco, doy rodeos, paso siete veces por el mismo sitio, hasta que mi presencia deja de ser una novedad. Sonrío, saco la lengua, y sólo entonces empuño la cámara, esa cosa negra que había llevado colgada como mero accesorio. Entonces las caras cambian, recurro a la gestualidad, a mi mejor cara de imbecil y cuando la otra persona finalmente sonríe aprieto el botón.

viernes, 7 de agosto de 2009

Otro verano, otro viaje.
Tailandia, con una breve estancia en Camboya.
Esta vez me he visto en varios de esos lugares atestados de turismo.

Un turismo joven y moderno, pero turismo a fin de cuentas. Me he visto compartiendo calles con esos jóvenes anglófonos ante los cuales éramos invisibles. Con diez o quince años menos, te hacían pensar en lo lejos que estamos de la civilización con mayúsculas.

Dicho esto, maticemos: una civilización, sí, pero una civilización cuyo precio es la sinergia deshumanizada de habitante de gran urbe. El simple paseo por el mundo sin el más leve indicio de emoción o de interés. La vida como simple registro de experiencias.

Siguiendo con este tema, me descubro más cerca de tailandeses, de vietnamitas, de camboyanos. Sus miradas son bastante parecidas a la mía. Recorriendo sus esquinas, sus aldeas, viajando en sus autobuses, comiendo codo con codo con ellos reconozco una cercanía que no siento cuando me veo forzado a cruzarme con mis supuestos iguales: esos cachorros que me dan "hints" de hacia donde van los tiros.

jueves, 9 de julio de 2009

lunes, 6 de julio de 2009


Me encantan los días de verano en que mis sobrinos se convierten en Peter Pan y se ríen y me llaman Garfio mientras me dan patadas en el culo.

martes, 23 de junio de 2009

orquídeas de tinta

el alcohol alimenta la ficción,
como
esas orquídeas negras
e imposibles
que forman las gotas
de tinta
al caer
en un vaso de agua.

lunes, 15 de junio de 2009

Coming up for Air


Bueno, es hora de parar y de recobrar el aliento, de subir a por aire, como esos surferos que vi ayer y que me hicieron comprender lo de la fábrica de turquesas de Pablo.
Este curso ha sido bastante raro, y aunque no ha terminado, sé que me quedan pocas sorpresas de aquí a una semana (espero)
En estos meses me ha dado tiempo de sobra de destruirme y de reconstruirme, de deconstruirme (esa expresión que atesoré como un diamante y que parece que por fin está siendo prostituida por los medios)
Lo importante es el ahora, y si bien estoy más cuateloso y acobardado que nunca, también he recobrado una tranquilidad que me estaba esperando al final de este mes.
Laboralmente me veo en otra situación; graduado de mi último instituto, en este me veo tratando de tú a tú al centro. La experiencia ha sido tan desilusionante que el sentimiento más benevolente que me producen mis compañeros es el sonrojo.
¿Lo que tengo delante es la realidad?, ¿o sólo está deformada por un espejo kafkiano? Olvídate de la belleza, de la poesía, de la risa, del compadreo, tira todo eso por el báter y sabrás dónde estoy.
Menos mal que ha llegado esa época en la que las cerillas son tan fáciles de encender, donde el estado de ignición se halla muy próximo, donde la sobremesa subraya el aspecto melancólico de las cosas y donde los días se funden.
No quiero recordar, mirarme el ombligo y sacar conclusiones de manual de auoayuda. Quiero hacer cosas y quiero reír y quiero saltar.

domingo, 7 de junio de 2009


El turismo apabullante de sitios como este me hace añorar esos fabulosos años del "grand tour" cuando sólo los aristócratas viajábamos. (Asco de tiempos)

martes, 19 de mayo de 2009

Recordando a una amiga

"Entonces, ¿tú también eres lunático?", me preguntó.



Tenía el salpicadero de su coche lleno de conchas y estrellas de mar aquel día que me acercó a la estación de autobuses; los asientos estaban desteñidos como viejas sillas de playa. Había un ambiente festivo y veraniego y reímos cuando se saltó la línea contínua. Allí sentado podía respirar la arena y la sal.


Combinaba la salsa con la energía positiva, la meditación con las cervezas. Reía, reíamos con sus bromas. Siempre reíamos. Todavía creo verla en pasos de cebra, en aceras, en la barra de un bar.


Intento recordarla y sus imágenes me hacían ver que era de otra época, de ese mundo que ya no existe pero que siempre retorna en las noches de insomnio.


¿Qué necesidad hay de volver ahora a estos recuerdos? ¿Masoquismo? No, simplemente necesito archivar estos recuerdos antes de que se borren.


"Entonces, ¿tú también eres lunático?".

jueves, 7 de mayo de 2009

martes, 5 de mayo de 2009

"No tenía muchos amigos pero hay suficientes películas raras por ahí...".
(Tim Burton)

viernes, 3 de abril de 2009

el paseo

Bueno, a eso se reducen mis experiencias, a pequeños paseos alrededor del barrio. Hoy la cosa empezó bien. Una pequeña charla sobre las extravagancias light, golden y rubio de las diferentes marcas de tabaco con unos camareros me hizo volver a calibrar las antenas. Siempre que eso pasa, cuando se activa esa parte, hago como el que pone las conversaciones en un plato. Entonces me dispongo a sacar mis cubiertos del bolsillo y a extraer de ese filete algo que me quite el hambre. Así, separo de ese conglomerado de frases hechas los coqueteos con la camarera, los diferentes monosílabos del personaje cascado de al lado, y las palabras sin dientes de viejos, muy viejos que contemplaban su reflejo en la barra de cinc. A veces disfruto con las partes más hechas; otras, con las más crudas, depende del día.
Tras haberme llevado a la boca algunos bocados deliciosos, salgo de mejor ánimo a la calle y el escorzo de dos monjas encorvadas sobre un bebé hace que me entren arcadas. Su madre, inconsciente, ofrecía la pieza, muy orgullosa.
Se acabó el buen rollo.
Con este mal sabor de boca, sigo adelante, no sé cómo. Perdida otra vez la fe, unos pasos adelante, descubro feliz que una mirada enmarcada por un lápiz de ojos muy negro me hace contener el aliento. Me vengo arriba y veo cómo la mirada flota del modo que flotan los faros de los coches en las fotos de larga exposición. Marcando un trayecto; arrastrando tus barcos contra las rocas.
Definitivamente, el paseo me ha quitado el hambre.

miércoles, 1 de abril de 2009

lunes, 23 de marzo de 2009

viernes, 20 de marzo de 2009

viernes, 6 de marzo de 2009

miércoles, 4 de marzo de 2009

Jim



Pensando en muchos de mis actuales compañeros, ya de una generación que no es la mía, me maravillo ante las diferencias que veo entre ellos y yo. Más jóvenes, más centrados en sí mismos, con pocos atisbos sociales, para nada interesados en algo que no suponga el medrar aquí y ahora. Vamos, todo lo contrario de lo que mínimamente me pueda atraer. En esta generación ya nadie habla de "trepas", igual que nadie habla de "capitalismo": no se habla de lo evidente, igual que no se habla del oxígeno.


Bueno, en estas reflexiones misantrópicas estaba cuando me he acordado de uno de mis primeros compañeros; fue el primer año que trabajé. Su nombre era Jim y él también trabajaba por primera vez; para empezar lo hicimos en un colegio para "chicos malos". Algo nada fácil. De aquella experiencia sólo comentar que la dificultad creciente del trabajo hizo que Jim y yo sustituyéramos la pinta de cerveza negra de los viernes por tres pintas al día.


Entre pinta y pinta de London Pride (Guiness is for tourists!) charlamos de muchas cosas y me dio tiempo a conocerlo bien. Era un tipo cauteloso y bastante especial. Llevaba corbatas de las charity shops y pantalones sin bolsillos de un curso que hizo para croupier.


Evitábamos hablar sobre lo que veíamos cada día pero entre anécdota y anécdota se colaban los efectos de aquel trabajo estaba teniendo en nuestras vidas. Le comenté que desde entonces me había acostumbrado a ver en cualquier objeto un arma potencial, algo digno de ser lanzado hacia nosotros, ya fuera una piedra en el suelo, un trozo de cartón o una revista olvidada. Jim me confesó que se había acostumbrado, por su parte, a no darle la espalda a nadie que estuviera menos de dos metros. Pero sobre todo, lo más molesto era aquella sensación que los dos habíamos adquirido de que todo iba a romperse, a resquebrajarse, a que los cristales se astillarían, caerían al suelo y en nuestra anticipación los veíamos utilizarse para cortar nudillos y escribir amenazas sobre paredes.


Como en toda experiencia extrema y a falta de experiencia castrense Jim fue mi doppelgänger. Alguien que convirtió el monólogo en diálogo; por él supe que aquello que estaba viviendo era real. Fueron muchas las horas de charloteo en las que me acostumbré a su inglés cockney y él al mío parcheado.


Fue en una de estas, creo que el viernes anterior a una Semana Santa, cuando todos los profesores del centro se habían ido a celebrar el fin de trimestre a un pub con vistas al río. Jim y yo sin decir palabra nos metimos en el De Burgh Arms, un pub de barrio contiguo a la estación de tren.


Aquel día festejábamos las dos semanas por delante en las que intentaríamos recuperar algo de cordura. Estábamos de buen humor y Jim empezó a hablarme de su infancia. Hablaba de las pocas veces que estrenó zapatillas de deporte y de cómo se veía obligado a pasear por el barro en el camino al colegio para que no se notasen que eran nuevas.


Escuché aquello y me vi a mí mismo haciendo lo propio a tres mil kilómetros de distancia, paseando por descampados y por edificios a medio construir, para llegar con las botas llenas de polvo al colegio. Dudo que mis actuales compañeros hayan hecho algo así alguna vez.


Cuando le confesé a Jim que yo también había hecho aquello, se quedó pensando y levantando la pinta me preguntó si quería ser su padrino de boda. ¿Cómo negarse?

miércoles, 11 de febrero de 2009

Cosmoagonía


Sentado

sobre los restos

de este muro

finjo interesarme,


finjo estudiar

el baile

de mi cigarro

castigado por el

levante.


Mirando el

punto rojo

finjo y

esquivo el recuerdo

de formas

nadando tras

la línea

de espuma.

martes, 10 de febrero de 2009

miércoles, 14 de enero de 2009

Y volví a jugar por los parques de mi infancia,

aquellos que no se ven por estar tan a la vista;

hice el esfuerzo de ignorar mi actual desdén,

de evitar los rincones más aislados de mi juventud

y mis pasos siguieron un itinerario sin rumbo

donde tuve la suerte de encontrar pocos cambios.



Y volví a maravillarme frente a aquellos árboles

que parecían helados de hierba

volví a rodear la inmensa y sucia

jaula de los pájaros;



seguí paseando, y a través de la verja

la enorme visera del teatro central

siempre a punto de caer en tus sueños;

me paré junto a la estatua de aquella enfermera

socorriendo a un soldado cubierto de moho

que siempre fuiste tú



y finalmente la cascada con los patos

donde siempre me sentí centinela

en algún punto de Asia.




martes, 13 de enero de 2009


Apunte 116.303.
¡Cuántos años sin gravedad! Las clepsidras no funcionan, los relojes de péndulo están parados, en los de cuerda fallan los muelles. Ibamos quitando las hojas del calendario al azar, pero hasta esto ya pertenece al pasado. Nos quedan como única orientación desayunos, comidas y cenas. ¿Qué haremos si cualquier indigestión anula este cálculo del tiempo?
Diarios de las estrellas. Viajes y memorias.
Stanislaw Lem.