martes, 28 de agosto de 2007

Swayambunath

Tras un periplo de quince días por la India, nos refugiamos en Nepal.

Swayambunath o "el templo de los monos" se alza en una colina sobre Katmandú. Allí cánticos budistas acompasan la visión que se nos ofrece: estupas adornadas por banderas multicolores, palomas sobre pequeños templos, ruedas de oración, el tono anaranjado de los monjes, la sonrisa de los lugareños, un buda de cuatro metros en un templo de apenas cinco.
La epifanía es el proceso mediante el cual uno reconoce de forma inmediata algo que trasciende la realidad y nos sitúa en otra esfera. Es una bofetada que te quita las vendas de los ojos. Es un sombrero que se te vuela al torcer una esquina y te permite sentir el aire fresco en el pelo.

Eso es Swayambunath.

domingo, 26 de agosto de 2007

Dioses locos


Una mañana de julio me encontré frente a la catedral de Helsinki; la blancura de la mole no difería mucho de la del cielo, todo era vacío, limpio, inutil; entonces me encontré parafaseando a Lovecraft y me dije los dioses que fundaron esto debían estar muertos.



Días más tarde me vi envuelto en el caos de Delhi, frente a una amalgama de rickshaws, de calles intransitables; la mierda de vaca se juntaba con la miseria humana, los niños se descomponían a tu vista y se recomponían ante unas cuantas rupias; los ví durmiendo en charcos negros, los ví con mirada ausente mientras sus templos escapaban del marrón y del gris opaco y se instalaban en medio de las podridas calles con sus colores irreales, obscenos, sus escalones blancos, ganesh elevando la trompa y shiva en forma de lingash fálico y volví a pensar en Lovecraft y me dije, no, vuestros dioses no debían estar muertos, vuestros dioses debían estar locos.

viernes, 24 de agosto de 2007

El vacío

Caminando por las calles de cualquier bazar, si sabe obviar la profusión de colores y de movimientos, uno se encuentra frente a algo que es muy difícil esquivar. Me refiero a la dureza de las miradas.

Nosotros, a medio camino entre culturas, compartimos algo de la transparencia del norte y de la fijeza del sur (por usar clichés geográficos).

Aún así, nos sentimos traspasados por "el otro" a través de un código social que nos asusta por lo directo e incomprensible.

Caminando por las calles de cualquier gran ciudad europea uno se siente invisible; paseando por Asia o África, uno se siente hiperconsciente de la propia presencia.

Hay una sensación impasible en lo que erróneamente ha pasado a llamarse Oriente, una sensación de vacío que no sabemos dónde encuadrar. Ahí nace la incomprensión, el odio. Hacemos el esfuerzo de intentar comprender el pensamiento del otro, sus impresiones, pero nos falta todo un contexto donde englobarlo.

Solo nos queda luchar por dotar de un significado a esos ojos.

lunes, 13 de agosto de 2007

Presentación

Nagarkot, pueblo situado a 32 km. de Katmandú. Elevación: 2175 m. El conductor nos aseguró que desde allí podríamos ver el Everest. Era el comienzo de la época de los monzones, así que en vez de divisarlo nos sumergimos en un mundo blanco, más aterrador que la visión que esperábamos.

Pasamos las horas esperando; al atardecer fuimos recompensados: sólo por unos momentos las nubes se abrieron y vimos (o creímos ver) el techo del mundo.

Este es el sentir con el que creo este blog, como un mirador en una nada blanca, desde el que esperar un vislumbre de verdad, de poesía.