domingo, 26 de agosto de 2007

Dioses locos


Una mañana de julio me encontré frente a la catedral de Helsinki; la blancura de la mole no difería mucho de la del cielo, todo era vacío, limpio, inutil; entonces me encontré parafaseando a Lovecraft y me dije los dioses que fundaron esto debían estar muertos.



Días más tarde me vi envuelto en el caos de Delhi, frente a una amalgama de rickshaws, de calles intransitables; la mierda de vaca se juntaba con la miseria humana, los niños se descomponían a tu vista y se recomponían ante unas cuantas rupias; los ví durmiendo en charcos negros, los ví con mirada ausente mientras sus templos escapaban del marrón y del gris opaco y se instalaban en medio de las podridas calles con sus colores irreales, obscenos, sus escalones blancos, ganesh elevando la trompa y shiva en forma de lingash fálico y volví a pensar en Lovecraft y me dije, no, vuestros dioses no debían estar muertos, vuestros dioses debían estar locos.

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