A veces me descubro en las paredes mohosas que no han sido cuidadas; detesto las manos de pintura, el mantenimiento, el perfilar los contornos de las diferentes cosas que pueblan mi alma.
Los matojos semejan brotes de pelo y las pinturas están realizadas por manos inexpertas, infantiles, no familiarizadas con el arte figurativo. Mucha intención y ninguna habilidad.
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