
martes, 29 de abril de 2008
viernes, 25 de abril de 2008
jueves, 24 de abril de 2008

Nunca salgo sin volver la vista atrás dos, tres mil veces
asegurándome que me lo he dejado todo
salgo a la calle.
Mi sombrero homogeniza mi silueta y así no hay peligro que
me señalen con el dedo.
Nadie repara en la pesadez de mi sombra
ni en las aristas que forman mis costuras.
El ala del sombrero sombrea mi mirada
y los ojos oscilan en una cara que no termina de formarse.
miércoles, 23 de abril de 2008
Loa
Veo blogs vecinos y me complace la poesía que desprenden.
¿Es acertado gritar hacia el vacío?
Quizás sea una buena manera de entrenarse en el jodido arte de las palabras.
¿Hay un lector o sólo seré saludado por ese spam que desea inocular sus virus?
Evolucionando de la narración a la poesía.
Puede que haya salvación.
¿Cómo avanzar?
¿Hacerse críptico y agarrarse a las palabras como un último resquicio?
¿Reventar los clichés?
¿Es acertado gritar hacia el vacío?
Quizás sea una buena manera de entrenarse en el jodido arte de las palabras.
¿Hay un lector o sólo seré saludado por ese spam que desea inocular sus virus?
Evolucionando de la narración a la poesía.
Puede que haya salvación.
¿Cómo avanzar?
¿Hacerse críptico y agarrarse a las palabras como un último resquicio?
¿Reventar los clichés?
lunes, 21 de abril de 2008
El hombre lobo de la calle Lepanto
El hombre lobo de la calle Lepanto
levantó su vista de la carretera
y se encontró con la luna.
El hombre lobo de la calle Lepanto
dijo vaya noche que me espera.
El hombre lobo de la calle Lepanto
abrió los ojos en la negrura
como la momia dentro de su sarcófago.
El hombre lobo de la calle Lepanto
consultó el despertador digital de ella
y aullando muy bajo dijo: 4.50.
El hombre lobo de la calle Lepanto
aguantaba el tirón
se ponía y se quitaba las gafas para seguir sin ver nada
en la intensa negrura de la habitación.
El hombre lobo de la calle Lepanto
era el hombre invisible entre unas sábanas
que la penumbra había pintado de negro.
El hombre lobo de la calle Lepanto
decidió levantarse tras hora y media de dudas.
El hombre lobo de la calle Lepanto
avanzó, los brazos extendidos cual frankenstein,
lentamente muy lentamente fue a la cocina
y se sirvió un gazpacho.
El hombre lobo de la calle Lepanto
recordó a drácula mientras mojaba
sus labios con el rojo nectar.
El hombre lobo de la calle Lepanto
deambuló por la casa
nada que hacer
cansando sus ojos sobre palabras.
El hombre lobo de la calle Lepanto
se puso su anillo de plata y retornó a la cama.
El hombre lobo de la calle Lepanto
se quedó dormido entre arrumacos de su amada.
levantó su vista de la carretera
y se encontró con la luna.
El hombre lobo de la calle Lepanto
dijo vaya noche que me espera.
El hombre lobo de la calle Lepanto
abrió los ojos en la negrura
como la momia dentro de su sarcófago.
El hombre lobo de la calle Lepanto
consultó el despertador digital de ella
y aullando muy bajo dijo: 4.50.
El hombre lobo de la calle Lepanto
aguantaba el tirón
se ponía y se quitaba las gafas para seguir sin ver nada
en la intensa negrura de la habitación.
El hombre lobo de la calle Lepanto
era el hombre invisible entre unas sábanas
que la penumbra había pintado de negro.
El hombre lobo de la calle Lepanto
decidió levantarse tras hora y media de dudas.
El hombre lobo de la calle Lepanto
avanzó, los brazos extendidos cual frankenstein,
lentamente muy lentamente fue a la cocina
y se sirvió un gazpacho.
El hombre lobo de la calle Lepanto
recordó a drácula mientras mojaba
sus labios con el rojo nectar.
El hombre lobo de la calle Lepanto
deambuló por la casa
nada que hacer
cansando sus ojos sobre palabras.
El hombre lobo de la calle Lepanto
se puso su anillo de plata y retornó a la cama.
El hombre lobo de la calle Lepanto
se quedó dormido entre arrumacos de su amada.
miércoles, 16 de abril de 2008
allí giré como derviche beodo.
Soñé un cielo que arreciaba y al que se accedía por una boca estrecha.
Mis pies se hundieron entre unos posos oscuros, negros.
Mis dedos abrazaron una tonalidad rosácea que siempre se me escapaba.
A veces me siento
entre Gulliver y el Capitán Haddock.
lunes, 14 de abril de 2008
de rojo a verde
miércoles, 2 de abril de 2008
bailaoras
Esforzándome en buscar señales,
una vez más;
la naturaleza, abstracta, real,
yo luchando por encontrar en ella la magia;
mis modos torpes semejan los del que busca
fuego con un cigarrillo apagado en los labios.
No importa a quién se pida,
mientras te lo solicite.
Mi labor
la de aquel que domestica un campo
aplicándole un cortacesped.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)