
Nunca salgo sin volver la vista atrás dos, tres mil veces
asegurándome que me lo he dejado todo
salgo a la calle.
Mi sombrero homogeniza mi silueta y así no hay peligro que
me señalen con el dedo.
Nadie repara en la pesadez de mi sombra
ni en las aristas que forman mis costuras.
El ala del sombrero sombrea mi mirada
y los ojos oscilan en una cara que no termina de formarse.
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