jueves, 24 de abril de 2008

Olisquear la nada, arquear el lomo, mesarse los bigotes.

Nunca salgo sin volver la vista atrás dos, tres mil veces

asegurándome que me lo he dejado todo

salgo a la calle.

Mi sombrero homogeniza mi silueta y así no hay peligro que

me señalen con el dedo.

Nadie repara en la pesadez de mi sombra

ni en las aristas que forman mis costuras.

El ala del sombrero sombrea mi mirada

y los ojos oscilan en una cara que no termina de formarse.

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