lunes, 21 de abril de 2008

El hombre lobo de la calle Lepanto

El hombre lobo de la calle Lepanto
levantó su vista de la carretera
y se encontró con la luna.

El hombre lobo de la calle Lepanto
dijo vaya noche que me espera.

El hombre lobo de la calle Lepanto
abrió los ojos en la negrura
como la momia dentro de su sarcófago.

El hombre lobo de la calle Lepanto
consultó el despertador digital de ella
y aullando muy bajo dijo: 4.50.

El hombre lobo de la calle Lepanto
aguantaba el tirón
se ponía y se quitaba las gafas para seguir sin ver nada
en la intensa negrura de la habitación.

El hombre lobo de la calle Lepanto
era el hombre invisible entre unas sábanas
que la penumbra había pintado de negro.

El hombre lobo de la calle Lepanto
decidió levantarse tras hora y media de dudas.

El hombre lobo de la calle Lepanto
avanzó, los brazos extendidos cual frankenstein,
lentamente muy lentamente fue a la cocina
y se sirvió un gazpacho.

El hombre lobo de la calle Lepanto
recordó a drácula mientras mojaba
sus labios con el rojo nectar.

El hombre lobo de la calle Lepanto
deambuló por la casa
nada que hacer
cansando sus ojos sobre palabras.

El hombre lobo de la calle Lepanto
se puso su anillo de plata y retornó a la cama.

El hombre lobo de la calle Lepanto
se quedó dormido entre arrumacos de su amada.

No hay comentarios: