martes, 11 de agosto de 2009


Emulando a McCurry voy buscando caras en mis viajes.
Algo que me aleje del ahora, algo que justifique mis desplazamientos.
Paseo, busco, doy rodeos, paso siete veces por el mismo sitio, hasta que mi presencia deja de ser una novedad. Sonrío, saco la lengua, y sólo entonces empuño la cámara, esa cosa negra que había llevado colgada como mero accesorio. Entonces las caras cambian, recurro a la gestualidad, a mi mejor cara de imbecil y cuando la otra persona finalmente sonríe aprieto el botón.

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