viernes, 7 de agosto de 2009

Otro verano, otro viaje.
Tailandia, con una breve estancia en Camboya.
Esta vez me he visto en varios de esos lugares atestados de turismo.

Un turismo joven y moderno, pero turismo a fin de cuentas. Me he visto compartiendo calles con esos jóvenes anglófonos ante los cuales éramos invisibles. Con diez o quince años menos, te hacían pensar en lo lejos que estamos de la civilización con mayúsculas.

Dicho esto, maticemos: una civilización, sí, pero una civilización cuyo precio es la sinergia deshumanizada de habitante de gran urbe. El simple paseo por el mundo sin el más leve indicio de emoción o de interés. La vida como simple registro de experiencias.

Siguiendo con este tema, me descubro más cerca de tailandeses, de vietnamitas, de camboyanos. Sus miradas son bastante parecidas a la mía. Recorriendo sus esquinas, sus aldeas, viajando en sus autobuses, comiendo codo con codo con ellos reconozco una cercanía que no siento cuando me veo forzado a cruzarme con mis supuestos iguales: esos cachorros que me dan "hints" de hacia donde van los tiros.

No hay comentarios: